En un ambiente marcado por la tensión y la ausencia de buena parte de la oposición, el presidente Javier Milei inauguró el 143° período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Con un discurso agresivo y confrontativo, el mandatario defendió las medidas de ajuste implementadas por su gobierno, anunció nuevas privatizaciones y reivindicó el alineamiento incondicional con Estados Unidos. Sin embargo, su mensaje no estuvo exento de polémicas y omisiones notorias, como la falta de menciones a temas sensibles como la educación, la ciencia, la salud y los jubilados.
El escenario no fue el más favorable para el Presidente. A diferencia de años anteriores, la asamblea legislativa se presentó semivacía, con casi la mitad de los legisladores ausentes y una pobre concurrencia de gobernadores e invitados especiales. La bancada de Unión por la Patria, principal fuerza opositora, decidió no asistir, dejando un vacío imposible de ignorar. En su lugar, carteles con consignas como "Basta Milei. Estafador, hambreador, represor" ocuparon las bancas desiertas.
Un discurso cargado de agresiones y promesas
Desde el inicio, Milei no tardó en lanzar críticas contra lo que denominó "la casta política", "los gerentes de la pobreza" y "los piqueteros delincuentes". Con un tono desafiante, elogió las medidas implementadas durante sus 14 meses de gestión, destacando la reducción de la inflación, la brecha cambiaria y los despidos en el sector público. "Desde abril, la economía no para de crecer, y ustedes keynesianos no pueden parar de llorar", afirmó, dirigiéndose a los sectores opositores.
Uno de los momentos más aplaudidos por sus seguidores fue cuando prometió eliminar el cepo cambiario "antes de fin de año". Para lograrlo, pidió el apoyo del Congreso en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), asegurando que el acuerdo no implicaría un aumento de la deuda bruta.
Reformas polémicas y alineamiento con EE.UU.
Milei anunció una serie de reformas estructurales que, según dijo, buscan "transformar el país". Entre ellas, destacó una reforma penal radical que incluiría la reducción de la edad de imputabilidad y el aumento de las penas para todos los delitos. También adelantó una reforma migratoria para facilitar la deportación de extranjeros que cometan delitos.
En materia de política exterior, el mandatario defendió el alineamiento con Estados Unidos y reiteró su intención de firmar un tratado de libre comercio con ese país. Incluso mencionó a Elon Musk, a quien le hizo llegar simbólicamente una motosierra, en referencia a su promesa de "cortar" con el gasto público.
Ausencias y tensiones notorias
La ausencia de la Corte Suprema en pleno fue otro de los aspectos que llamaron la atención. Aunque el gobierno había prometido la presencia de todos los magistrados, solo cuatro de ellos asistieron al acto. Tampoco hubo una representación significativa de gobernadores: apenas seis de los 24 llegaron al Palacio Legislativo.
La tensión también se hizo evidente en el trato entre Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel. Durante el cierre del discurso, la vicepresidenta intentó dar por inauguradas las sesiones, pero Milei la interrumpió con un seco "no terminé, no te apures", antes de gritar su ya característico "¡Viva la libertad, carajo!".
Omisiones y controversias
Entre las omisiones más destacadas del discurso estuvieron la falta de menciones a la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones, el desfinanciamiento de la educación y la ciencia, y el aumento de los costos en salud. Tampoco hubo referencias a la soberanía de las Islas Malvinas ni al reclamo de justicia por las víctimas del atentado a la AMIA, temas que tradicionalmente forman parte de los discursos presidenciales.
El escándalo por la estafa de la criptomoneda $LIBRA, que involucra a personas cercanas al Presidente, tampoco fue abordado de manera directa. Sin embargo, Milei lanzó una velada referencia al afirmar: "Vengan ahora a hablar de estafa piramidal. Dale".
Con un discurso que combinó promesas ambiciosas, agresiones y omisiones significativas, Milei dejó en claro que su gobierno no teme a las controversias. Sin embargo, la implementación de su agenda dependerá en gran medida de su capacidad para construir consensos en un Congreso cada vez más fragmentado.
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