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Cuando la memoria histórica se diluye: Se realizó un desfile reinvindicando del Operativo Independencia en los 70´

 

En el contexto del 50º aniversario del Operativo Independencia, Yerba Buena, Tucumán se ha convertido en un escenario donde la historia se enfrenta a la manipulación. Hoy 9 de febrero de 2025, exmilitares, familiares de condenados por crímenes de lesa humanidad, y diversos sectores negacionistas, entremezclados con agrupaciones gauchas y ex-conbatientes de Malvinas (para darle un tinte patriotico), se han reunido en un acto que busca reivindicar un período oscuro de la historia argentina: la represión, el terrorismo de Estado y el genocidio sistemático que marcó la década de 1970. Sin embargo, el verdadero propósito de este "homenaje" parece estar muy alejado de la conmemoración y mucho más cerca de la distorsión y el olvido selectivo.

El Operativo Independencia, como bien recuerda la memoria histórica, no fue una simple "acción militar" para combatir guerrilleros. Fue el inicio de una de las etapas más cruentas de la dictadura que se consolidaría en 1976, con secuestros, torturas, desapariciones forzadas y un sistema de terror estatal que marcó a fuego a toda una generación. La orden, firmada por la presidenta María Estela Martínez de Perón, no solo dio luz verde a la represión en Tucumán, sino que también sirvió como ensayo para lo que sucederia a nivel nacional.

Sin embargo, lo que se ve reflejado en el "homenaje" no es más que una manipulación que disfraza de patriótico un acto que, en su esencia, busca legitimar la violencia estatal y oscurecer las víctimas que cayeron bajo su peso

A pesar de los esfuerzos de los organismos de derechos humanos por visibilizar las víctimas de la dictadura, el acto no ha sido explícitamente repudiado por figuras del Gobierno. Esta actitud refleja una falta de compromiso con la defensa de la memoria histórica, una de las piedras angulares para evitar que el terror de aquellos años vuelva a repetirse.

Es imperativo recordar que en este "homenaje" no se mencionan los cuerpos de personas desaparecidas por el Ejército desde 1975. Tampoco se hace alusión a las miles de víctimas, entre ellas trabajadores, estudiantes y militantes sociales, que fueron despojados de sus derechos, de su libertad y, en muchos casos, de su vida. En el discurso del "homenaje", el genocidio queda relegado a un segundo plano, mientras que se coloca a los perpetradores en una posición de "héroes" que lucharon en una “guerra” ficticia.

El Operativo Independencia, tal como lo retrata la historia oficial y los testimonios de sobrevivientes, no fue una lucha entre “demonios de izquierda y derecha”, como algunos pretenden hacer creer. Fue un proceso sistemático de exterminio, ejecutado con la connivencia de diversos sectores de la sociedad, desde empresarios hasta la Iglesia, que justificaron las atrocidades como parte de una “cruzada” contra el “terrorismo”. Este relato manipulador busca, a través de eventos como el de este 9 de febrero, diluir la gravedad de los crímenes y presentar a los responsables como figuras honorables.

En este contexto, resulta alarmante la decisión de algunos sectores, apoyados por figuras como Victoria Villarruel y Javier Milei, de reivindicar este tipo de actos. Es fundamental que, como sociedad, no caigamos en el juego de los revisionistas que buscan desvirtuar el dolor y el sufrimiento que marcó a generaciones enteras.

A 50 años del Operativo Independencia, la memoria debe ser defendida con firmeza. Este tipo de homenajes no pueden convertirse en un espacio para la impunidad ni para la reescritura de la historia. Los argentinos tenemos la obligación de recordar, de reconocer las víctimas y de asegurarnos de que la violencia y la opresión no vuelvan a imponerse. Los hechos deben ser contados tal como fueron, sin adornos ni tergiversaciones. La memoria histórica no puede ser puesta en duda, ni siquiera por aquellos que hoy intentan reescribirla.

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