El salario mínimo más bajo de las últimas dos décadas: un decreto que promete eliminarlo

El gobierno argentino fijó, mediante decreto, un incremento del salario mínimo que apenas cubre el 60% de la línea de indigencia, alcanzando los $296.832 en marzo de 2025. Este aumento del 9,3% aplicado en cuatro cuotas, desde diciembre hasta marzo, es el más bajo de las últimas dos décadas y refleja una pérdida sustancial de poder adquisitivo frente a la creciente inflación.

El Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, que se reunió el 19 de diciembre, no logró alcanzar un acuerdo. Las cámaras empresarias ofrecieron un aumento del 8,8%, mientras que las centrales sindicales, como la CGT y las CTA, exigieron un incremento que permita cubrir una Canasta Básica Total, que mide el umbral de pobreza. El reclamo de los sindicatos, que pedían llevar el salario mínimo por encima del millón de pesos, quedó sin respuesta efectiva, pues no hubo acciones de lucha que respaldaran su exigencia.

Un salario mínimo en caída libre

Con el incremento de diciembre, el salario mínimo de marzo de 2025 alcanzará los $296.832, cifra que, según las proyecciones, cubrirá solo un 60,9% de la Canasta Básica Alimentaria, un indicador clave de la indigencia. Este valor es el más bajo en términos históricos: en enero de 2017, el salario mínimo alcanzaba para cubrir 1,46 canastas alimentarias. Hoy, en cambio, cubre solo el 46% de esa misma cantidad, lo que implica una pérdida de poder adquisitivo del 58% en solo ocho años. Según un informe del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma, el valor actual del salario mínimo es el más bajo de las últimas dos décadas, con una caída del 17,8% respecto a diciembre de 2023.

Desajustes y críticas al modelo

Luis Campos, director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma, advirtió que la caída del salario mínimo en términos reales en 2024 es la más pronunciada desde las hiperinflaciones de fines de los '80. Este deterioro refleja un problema estructural en la economía argentina, ya que el salario mínimo, que debería ser suficiente para cubrir las necesidades de una familia, está muy por debajo de la Canasta Familiar. De acuerdo con estudios sindicales, en septiembre de este año, el salario mínimo debería haber sido de 1,5 millones de pesos, es decir, seis veces más que el valor vigente.

Además, el informe revela que la brecha entre el salario mínimo y el salario promedio del sector privado registrado nunca fue tan amplia. Mientras que en los años '90 el salario mínimo equivalía al 25% del salario promedio, hoy no llega al 20%. Este dato refleja cómo el ajuste en los salarios más bajos afecta a los trabajadores de menores ingresos.

Repercusiones sindicales y gubernamentales

La CGT y las CTA no tardaron en expresar su rechazo al decreto. Desde la central sindical liderada por Héctor Daer, se denunció que el gobierno, bajo el pretexto de la falta de consenso, ha favorecido los intereses empresariales, actuando de forma arbitraria y sin respeto institucional. En un comunicado conjunto, las dos CTA acusaron al gobierno de colaborar con los empresarios para seguir debilitando los salarios de los trabajadores.

Por su parte, el vocero presidencial, Manuel Adorni, fue aún más allá en su crítica al concepto de salario mínimo, afirmando que "tener un salario mínimo, conceptualmente, es un error". Adorni, quien percibe un salario 17 veces mayor que el salario mínimo, afirmó que, cuando Argentina "sea completamente normal", el salario mínimo dejará de existir. Esta postura se alinea con la teoría económica neoclásica, que sostiene que los salarios deben ser determinados por la oferta y la demanda, lo que omite las realidades del mercado laboral argentino, donde muchos trabajadores no pueden simplemente rechazar ofertas salariales bajas debido a la necesidad de sustentar a sus familias.

La otra cara de la economía

El dato revelador es que, en un contexto de caída en los ingresos de las familias, la tasa de actividad laboral en Argentina ha alcanzado niveles récord, lo que indica que más personas están buscando trabajo, pero no logran obtener salarios que les permitan cubrir sus necesidades básicas. Este fenómeno, que contrasta con las teorías económicas dominantes, subraya la creciente desigualdad social en el país y la presión sobre los trabajadores que se ven forzados a aceptar condiciones laborales precarias.

En resumen, el salario mínimo, lejos de ser una herramienta para garantizar un nivel de vida digno, se ha convertido en un símbolo de la creciente desigualdad económica en Argentina, reflejando la falta de políticas efectivas para proteger a los trabajadores de los efectos de la inflación y la precarización laboral.


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